La Colecturía, abastecer el espíritu

*El inmueble tiene tres siglos de existencia y cuenta con diversos atractivos, por ejemplo, una cafetería gourmet y un fogotero para el público bohemio; merece ser visitado por lo menos en una ocasión

Jaime López

Puebla, Pue.- Con 310 años a cuestas, luce radiante, lleno de nuevos bríos. Ayuda el proyecto de intervención que lo sacó de las sombras: La Colecturía, un espacio cuyo objetivo central es combinar bohemia, comida de especialidad y respeto por la naturaleza.

Ubicado en el número 1108 de la 3 sur, en el Centro Histórico de Puebla, el lugar recibe a los visitantes con una placa que emula los colores de la talavera local. En ella se les informa sobre el principal uso que tuvo el inmueble durante su época dorada: “En esta casa estuvo la Colecturía de cereales para el abasto de la ciudad”.

Haciendo un parangón con su apelativo original, ahora los encargados del lugar tienen la finalidad de proveer a los residentes de la Angelópolis de una dinámica vanguardista, que se inscribe dentro de la denominada Agenda 2030.

Inmediatamente entrando se siente como si se viajara en una máquina del tiempo, cuya ruta es adornada por la arquitectura de hace tres siglos y, asimismo, por una naturaleza esplendorosa que ocupaba un lugar privilegiado en la vida de la Puebla de aquella época.

Destacan los muros limosna o limosneros, denominados así, porque están hechos con diferentes tipos de mampostería, por ejemplo, piedra, ladrillo, tabicón y hasta adobe.

El olfato es otro de los sentidos que se activan de inmediato debido al aroma propagado por doquier, proveniente de los platillos que se cocinan al momento. Es inevitable acumular algo de agua en la boca por la exquisitez que se respira a unos cuantos metros de la entrada.

El café también cuenta con un lugar importante en el espacio, quizá para cautivar a las y los amantes de los sabores gourmet. De este modo, es parada obligada visitar el establecimiento denominado Señorita Caruso.

Ahí, mesas de mármol y otros materiales dan cabida a las personas que buscan disfrutar el momento o echar el chisme a gusto.

Para las nuevas generaciones, existe un espejo monumental en el que la mayoría de turistas y visitantes se detienen con el afán de inmortalizarse en sus celulares o móviles. Algunos lo hacen en pareja, otros son más egocéntricos y deciden no incluir a nadie en su retrato.

La Colecturía también tiene una especie de jardín en el que algunas granadas están listas para ser cosechadas. Se trata de una práctica que fomenta la sustentabilidad y el respeto a la Madre Tierra.

Un poco más enfocado en el público  bohemio, de jueves a sábado se enciende El Fogatero, que como su nombre lo dice, sirve como fogata a los amigos que quieren pasar una noche degustando un platillo de la casa o simplemente conviviendo con sus seres queridos.

Es así como La Colecturía lleva apenas unas semanas reviviendo creativamente un inmueble histórico de la capital poblana, que merece ser visitado por lo menos en una ocasión, a fin de conectarse armónicamente con la Tierra y el yo interno.

 

 

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